Cuando se actúa de anfitrión, hay que ser generoso ofreciendo alimentos y bebidas en cantidades suficientes para que los invitados queden satisfechos.
Tal fue el caso el día que fue invitado Rossini. Al terminar la cena y llegar la hora de las despedidas, la señora de la casa expresó a Rossini el deseo de volver a cenar con él lo más pronto posible, a lo que Rossini, con gran ironía, respondió: "Por mi, señora, ahora mismo, si no le importa".
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